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docu ¿Pesebres populares o artísticos? Una clasificación que debemos revisar


icon-perill Las publicaciones son como una serie:

si te pierdes el primer capítulo o te saltas el orden, te perderás el hilo 🧵


El pesebre: una expresión artística en todas sus formas

Si hay algo que caracteriza al belenismo es su enorme diversidad. Desde pequeños pesebres familiares hechos con materiales naturales hasta elaboradas composiciones con efectos de perspectiva e iluminación, todas estas creaciones comparten algo en común: son Arte.

¿Es arte o no es arte?

Este debate no es nuevo. También ha ocurrido con la fotografía, y aún hoy sigue siendo una cuestión abierta. ¿Es arte o no es arte? Veamos cómo se plantea en otro contexto:

La fotografía es reconocida como una forma de arte, pero eso no significa que toda fotografía sea automáticamente una obra artística. La diferencia está en la intención y la ejecución detrás de la imagen.

Para que una fotografía sea considerada arte, debe reflejar una visión personal, transmitir una emoción, una idea o un mensaje, y demostrar una composición y técnica cuidadosas. Como señala Adobe, la fotografía artística se distingue porque busca expresar algo más allá de la simple representación de la realidad.

En cambio, muchas fotos tomadas en la vida cotidiana —instantáneas casuales, imágenes sin intención artística clara— pueden no tener los elementos que las conviertan en arte. Sin embargo, siguen siendo valiosas en otros contextos, como el documental, el personal o el informativo.

En resumen, no toda fotografía es arte; lo que la convierte en una obra artística es la intención del creador y la manera en que maneja la composición, la técnica y la capacidad de provocar una respuesta en el espectador.

Ahora, piensa en tu pesebre.

icon-senyal¿Lo haces sin ninguna intención?

icon-senyal¿Te da igual cómo quede?

icon-senyal¿Simplemente desparramas las figuras sobre una superficie y dices: "¡Aquí está mi pesebre de este año!"?

Si la respuesta es ¡No!, entonces la intención existe. Y ahí empieza la verdadera diferencia.


El belenismo: una creación desde cero

Al igual que un lienzo en blanco para el pintor, un pentagrama vacío para el compositor o una hoja en blanco para el poeta, el belenismo comienza desde la nada. No se trata solo de colocar figuras sobre una superficie, del mismo modo que parar la mesa de Nochebuena, sino de construir un universo, de dar forma a una escena con intención y significado.

Cada pesebrista imprime su visión personal en su obra, buscando transmitir una emoción, una idea o un mensaje. Es esta intención lo que lo acerca al arte.

Lo único que en algunas ocasiones no cumple con los criterios del arte tradicional en la composición y técnica cuidadosas. Pero esto no significa que el belenismo no pueda alcanzar un alto nivel artístico. Como en cualquier disciplina, hay creaciones más elaboradas y otras más espontáneas, pero la esencia sigue siendo la misma: la voluntad de dar vida a una representación cargada de significado.

Otra cosa es que lo logres, pero esto ya depende de ti, no del belenismo en sí.

Sin embargo, a lo largo del tiempo ha surgido una clasificación que distingue entre pesebres populares y pesebres artísticos, como si unos tuvieran valor creativo y otros no. Como hemos visto antes, el hecho de que algo sea popular no significa que no sea arte. A lo largo de la historia, muchas de las manifestaciones artísticas que hoy admiramos fueron, en su origen, expresiones populares: el arte gótico, la cerámica griega, los retablos barrocos o incluso la música folclórica.

El belenismo no es una excepción. Su arraigo en la cultura y en la devoción lo ha hecho accesible y cercano, pero eso no le resta valor artístico. Más bien al contrario: su capacidad de emocionar, su maestría técnica y su poder simbólico son precisamente lo que lo convierten en una expresión artística de pleno derecho.

Por eso, en lugar de dividir los pesebres en categorías arbitrarias, lo más lógico es diferenciarlos tanto por la manera en que se presentan al espectador como por la intención con la que se crean. Esta última aporta una nueva perspectiva que será desarrollada más adelante.


El primer libro que aborda la construcción de pesebres es el Manual del pessebrista (Barcelona: Franciscana, 1927). En esta obra, no se establece ninguna clasificación específica, ya que el autor se refiere siempre al pesebre como una manifestación artística sin hacer distinciones. La categorización de los pesebres parece estar vinculada a la introducción de la escayola como material para su construcción, una técnica que comenzó a utilizarse en 1912.

Fra Andreu de Palma
ANDREU DE PALMA DE MALLORCA, O.M.Cap. "Manual del Pessebrista". Barcelona: Editorial Franciscana, 1927.

Hacía tiempo que se echaba en falta un libro que sirviera de orientación al pesebrista en la construcción del Pesebre navideño. El libro del Padre Andreu de Palma de Mallorca viene a llenar este vacío. Gracias al trabajo paciente que supone recopilar tantas normas pesebristas como las que nos ofrece el autor, su libro se convertirá en una obra de consulta obligada en todos los hogares cristianos que realizan su Pesebre. Tanto el pesebrista veterano como el profano en este arte encontrarán en él una multitud de conocimientos útiles, e incluso necesarios, que el P. Andreu nos presenta con un estilo sencillo y claro, acorde con la finalidad eminentemente práctica de la obra, dedicada a un arte que encuentra todo su encanto en la franciscana simplicidad y sinceridad de su plástica. (Fra Andreu de Palma, 1928, p. 7 [traducción propia])

Fra Andreu de Palma
Manuel de Lete y de Triay (1869-1963), más conocido popularmente como Fray Andreu de Palma, fue un sacerdote mallorquín con dos grandes vocaciones: la religiosa y la intelectual. Durante más de cuarenta años, formó parte de la orden de los Hermanos Menores Capuchinos, una rama de la orden franciscana, residiendo en el convento de los Capuchinos de Sarriá, en Barcelona.
Su carácter decidido y comprometido lo llevó a impulsar la fundación de la Asociación de Pesebristas de Tarragona en 1925.

En la publicación del libro Com es pot construir un pessebre, de Josep Maria Puig i Roig (Editorial Balmes, Barcelona, 1928), tampoco se menciona ninguna clasificación de los pesebres. Para encontrar la primera referencia documentada a esta categorización, es necesario remontarse hasta el año 1933, cuando aparece publicada por primera vez. Puig i Roig, J. M. (1933). La construcció dels pessebres: Recull d’orientacions pessebristes (pp. 27-28)

(Ya lo he citado en: Pesebre abierto vs. cerrado: dos formas de representar el belenismo)

Es un error muy frecuente calificar exclusivamente de artísticos a los Nacimientos construidos en forma de dioramas, cuyas figuras sean obra de los grandes imagineros clásicos de temas navideños, fundados para su realización en una adecuada documentación histórica y dotados de todos los medios del arte y la técnica más depurados, utilizados por su autor: perspectiva, iluminación, etc.
Artístico es todo lo que es bello y ha sido bien realizado, cualquiera que sea su clase y categoría, y sí se ajusta a estas condiciones habrá de ser de esta forma, y con justicia, así reconocido.
Pero, en realidad, se consideran siempre dos clases de Nacimientos: el histórico o bíblico y el 'popular, y justamente uno y otro pueden ser, a la vez, artísticos.
El bíblico es aquel cuya observación, por el estudio detenido de todo el proceso histórico, la geografía, imaginería, indumentaria, etc., que para construirlo se ha hecho, permite comprobar cómo sucedió el trascendental acontecimiento de la llegada al mundo del Niño Dios.
El Nacimiento popular es aquel cuya realización obedece a iniciativa espontánea de su autor, que es sólo fruto de su ingenio y de su fe, cuya construcción ha sido resuelta de una manera convencional, a su gusto, producto de su invención y originalidad, (Buendia Luis, 1957, p. 49)

Buendia, Luis
BUENDÍA, Luis. "Construcción de Nacimientos". Madrid: Ediciones Giner, 1957.

Pesebres bíblicos: Se denominan así cuando el escenario de la representación plástica del pesebre es Belén, la región de Judea... Palestina. El artista, según los medios y el espacio de que dispone, reproduce con la mayor fidelidad posible los lugares sagrados de Tierra Santa y otros sitios relacionados con el Advenimiento de Jesucristo.

Pesebres extra-bíblicos: Se trata de aquellos pesebres en los que la escena del Nacimiento se sitúa en un entorno topográfico diferente al de Palestina. En estos casos, la representación puede basarse en un paisaje imaginario y no representativo, o bien en un entorno local, recreando el paisaje de la región, ciudad o pueblo del pesebrista. Por ejemplo, en Cataluña, la provincia de Barcelona o sus alrededores. (Fra Andreu de Palma, 1928, p. 51 [traducción propia])

Ambas fuentes presentan una misma clasificación de los pesebres, aunque con ligeras diferencias de enfoque.

Lo importante es que ambas reconocen que el pesebre puede ser recreado con rigor histórico o con libertad creativa, y que en ambos casos puede alcanzar un alto valor artístico.


¿Es realmente válida la clasificación de los pesebres en "populares" y "artísticos"?

⚠ ¡Otro error heredado sin cuestionarlo!

A veces, las ideas equivocadas se perpetúan no porque sean correctas, sino porque nadie las cuestiona. Se repiten una y otra vez hasta que terminan convirtiéndose en una verdad incuestionable.

Este fenómeno fue analizado por Hannah Arendt en «La banalidad del mal», donde explicaba cómo ciertos conceptos, por el simple hecho de haberse repetido durante años, terminan aceptándose sin un análisis crítico. Aunque Arendt hablaba de cuestiones mucho más serias y aterradoras, el principio es el mismo: cuando una idea se asume sin reflexión, puede condicionar la forma en que percibimos la realidad.

Hannah Arendt 1924
Fue una filósofa, historiadora, politóloga, socióloga, profesora de universidad, escritora y teórica política. Considerada como una de las1 filósofas más influyentes del siglo XX enlace

Esto es precisamente lo que ocurre con la clasificación de los pesebres en "pesebres populares" y "pesebres artísticos", una distinción que solo aparece en la Wikipedia en español de entre los 54 idiomas existentes que definen el belenismo. No es que alguien haya decidido conscientemente imponer una jerarquía en el belenismo… o tal vez sí. Lo cierto es que esta clasificación se ha heredado sin revisarla, sin preguntarnos si sigue teniendo sentido hoy en día.

El contexto histórico y cultural de la clasificación

Esta distinción tiene su origen en Joan Amades, un destacado folclorista catalán que, en su obra El Pessebre (1935), propuso diferenciar los pesebres en dos categorías:

Según Amades, en el libro El Pessebre Editorial: Les Belles Edicions, Barcelona, 1935

El pessebre - Joan Amades
El pessebre Joan Amades

Entendemos por belén la representación plástica y objetiva del nacimiento de Jesús mediante la disposición de un paisaje visto de manera panorámica, dentro del cual se sitúan una diversidad de figuras móviles que pueden moverse y cambiar de lugar según el deseo de quien monta el belén. Cualquier otra figuración del advenimiento al mundo del Mesías, representada en pintura, escultura, vidrieras, bajorrelieve o cualquier otra manifestación artística que no reúna las condiciones mencionadas, no puede ser calificada como belén y, por lo tanto, queda fuera de nuestro interés y del tema del presente trabajo.

En el segundo Congreso belenista internacional, celebrado en Roma en 1955, esta definición fue aprobada unánimemente. Se había publicado previamente en la obra El Pessebre, aparecida en la Navidad de 1935 en una edición limitada de gran lujo que se agotó el Día de Reyes del mismo año. Para la redacción de la presente obra, nos hemos basado en dicha edición, ampliándola y actualizándola. Esta definición ha sido reproducida en toda la bibliografía belenista internacional publicada después de nuestro libro. Josep Maria Garrut amplía nuestra definición con el siguiente concepto: “El belén se destruye después de cumplir su misión”. Nosotros estamos plenamente de acuerdo con esta ampliación.

El belén puede considerarse desde dos aspectos principales, además de muchas otras clasificaciones que podrían hacerse: el aspecto artístico y el aspecto popular. La distinción entre ambos es casi evidente. Entendemos por belén artístico aquel que es creado por personas expertas en arte, que procuran encargar las figuras y los elementos iconográficos del conjunto a artistas que sienten la emoción del arte y que ponen todo su esfuerzo en ajustar el belén a la realidad panorámica y pictórica, así como a la verdad histórica de la escena bíblica que representa.

El belén popular, generalmente obra de personas humildes movidas más por su sensibilidad que por la erudición o el conocimiento del tema, se desarrolla en un ambiente panorámico cargado de un gran realismo local. Tanto las escenas que se producen en torno al Nacimiento como el marco que las rodea transmiten una intimidad llena de encanto y un espíritu patriarcal que les otorga carácter y los hace altamente atractivos y valiosos a nuestra consideración. Nosotros, como defensores de todo lo que encarna un sentido de tradición, volcamos nuestra simpatía hacia el belén humilde, anacrónico y contradictorio en muchos de sus aspectos.

En torno al belén han surgido una serie de costumbres vinculadas a su propia existencia, ya que su exhibición es en sí misma una tradición. Estas costumbres, originadas alrededor del belén, a menudo no distinguen entre los populares y los artísticos, puesto que, al fin y al cabo, toda nuestra sociedad respiraba el mismo ambiente patriarcal. Desde una perspectiva etológica, tanto el belén con pretensiones artísticas como el belén infantil son de nuestro interés.

Joan Amades dedicó su vida a recopilar y preservar la cultura popular catalana, dejando un legado invaluable. Sin embargo, su clasificación del pesebre en ‘popular’ y ‘artístico’ responde a una visión de su época que, con el tiempo, ha quedado desactualizada.
Este homenaje escultórico no pretende reafirmar esa distinción, sino recordar la importancia de su trabajo y el impacto que tuvo en la etnografía. Amades no solo documentó costumbres y leyendas, sino que también ayudó a mantener viva la esencia de un pueblo.
Esta escultura es un gesto de respeto y reconocimiento. Quizás sea la primera dedicada a su figura, y con ella quiero resaltar no solo su labor, sino también la necesidad de seguir revisando y actualizando nuestra comprensión del arte y la tradición.

icon-senyalPesebre artístico: Creado por personas con conocimientos artísticos y un enfoque académico en la composición y la historia.

icon-senyalPesebre popular: Realizado por personas sin formación en arte, que siguen la tradición con más intuición que rigor técnico.

Es importante considerar el contexto de la época en que esta clasificación fue formulada. En 1935, el estudio del arte y la tradición popular todavía se realizaba bajo criterios historicistas y academicistas, donde el reconocimiento artístico se otorgaba a obras con formación académica. Sin embargo, en el siglo XXI, estos criterios han cambiado radicalmente. Las fronteras entre arte académico y arte popular han sido cuestionadas por historiadores y teóricos del arte, y hoy se reconoce que el valor artístico no depende únicamente de la técnica, sino también del impacto cultural, la capacidad expresiva y la innovación en el lenguaje visual.

Esta clasificación fue adoptada en el Congreso Pesebrista Internacional de 1955 y, con el tiempo, se ha ido replicando sin un análisis crítico. Wikipedia en español parece haberla tomado como referencia sin actualizarla ni contextualizarla, ignorando los cambios en la forma de entender el arte y la cultura popular.

🗫¿Tiene sentido seguir utilizando esta clasificación hoy en día?

El gran fallo de esta distinción es que parte de una concepción anticuada del arte, en la que solo lo producido por personas con formación académica puede considerarse verdaderamente artístico.

Si aplicáramos esta lógica a la historia del arte, tendríamos que decir que los frescos de Giotto no son arte porque su perspectiva es rudimentaria, o que un boceto de Leonardo da Vinci o un grabado de Goya tienen menos valor artístico por estar realizados en papel que una pintura al óleo terminada.

Cualquier clasificación debe ser revisada y analizada en su contexto histórico. Lo que pudo haber tenido sentido en 1935 no necesariamente lo tiene en la actualidad; han transcurrido 90 años desde entonces. La clasificación entre pesebres populares y pesebres artísticos no solo es obsoleta, sino que perpetúa una jerarquización artificial dentro del belenismo. Es momento de replantearla desde una mirada más amplia y actualizada.



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El Caso Amades: El misterio de las omisiones

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