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docu El escultor y el belenismo

Si hemos comprendido la importancia de nombrar con justicia, ahora toca la realidad de lo que significa ser un escultor en el siglo XXI...


icon-perill Las publicaciones son como una serie:

si te pierdes el primer capítulo o te saltas el orden, te perderás el hilo 🧵


Todo lo que encontrarás en este capítulo


¿Escultor o artesano? Un título que no siempre dice la verdad

Me ha costado empezar a redactar esta entrada. Todo el mundo —en principio— sabe qué es un escultor. Uno se lo imagina con la bata manchada, rodeado de herramientas, modelando arcilla, cincelando piedra o tallando madera en su taller. Esa imagen romántica suele bastar.

Rodin, c. 1875–80
Rodin, c. 1875–80  | Autor desconocido  [1]

Curiosamente, cuando se trata del belenismo, la cosa se complica. ¿Verdad? ¿O acaso crees que no? Parece que no hace falta explicar nada.

Para quien desea empezar a crear figuras para el pesebre —ya sea modelando, tallando o esculpiendo—, y para los coleccionistas que valoran la originalidad, lo que explicaremos a continuación es fundamental. También para quienes construyen los escenarios donde se colocarán estas figuras, vale la pena prestarle atención.

En definitiva, aquí empieza toda la "creación de la obra original".

¡El eslabón inicial!

Sin principio, no hay final.


¿Qué es realmente un "artesano belenista"?

En el belenismo, las cosas no siempre son tan claras. Porque si bien muchos creen saber lo que es un "artesano belenista", lo cierto es que esa figura está rodeada de malentendidos. Y explicarla sin generar confusión no es tan sencillo.

Durante días pensé que quizá tendría que empezar por la ley de propiedad intelectual[2] No por gusto, sino porque es ahí donde se establecen los criterios que separan una obra de una reproducción, y a un autor de un ejecutante. Pero claro… ¿a quién le apetece que le citen leyes en un texto sobre belenismo?

Podría parecer que uno está obsesionado o, peor aún, que se empeña en marcar demasiadas diferencias legales. No era mi intención y me quedé bloqueado.


Un recuerdo que lo cambia todo: La Sculpture

Un día, paseando con mi perro por el bosque, me vino un recuerdo. Uno de esos que, al principio, no sabes por qué te viene, pero de repente encaja todo.

Me acordé de un libro.

Pero no de cualquier libro. Me refiero a una obra que muchos consideramos casi una biblia para los escultores: La Sculpture: Méthode et vocabulaire[3] Publicado en Francia como parte del inventario general del patrimonio artístico, es una pieza clave en la formación de cualquier escultor.

La sculpture méthode et vocabulaire. Principes d'analyse scientifique. [2]

Lo curioso es que no empieza hablando de mármol ni de arcilla, ni de historia ni de estilos ni de épocas.

Empieza por aquí:

La Sculpture: Méthode et vocabulaire
Los autores, los derechos de autor, los ejecutantes.

Comprendí que no estaba equivocado

En ese momento supe que no estaba tan equivocado en mi impulso inicial. Es más, estoy casi seguro de que esa lectura —la de La Sculpture— ha ido modelando mi forma de pensar, quizá sin darme cuenta del todo.

Y entendí algo más profundo todavía: que la creación no empieza con las manos, sino con el bagaje del escultor. Con su experiencia, su formación, su forma de ver el mundo.

Y ahora veo claro que, para entender de verdad el lugar del escultor en el belenismo, sí, es necesario empezar por ahí.

Y eso es lo que intentaré hacer en este capítulo: explicarlo de forma sencilla y sin agobiar.


La figura del escultor belenista en el mundo:

una cuestión de nombres, una cuestión de fondo

Antes de continuar, quiero hacer una pausa y ampliar el foco. Si en el ámbito local ya hay confusión sobre qué es un escultor de figuras de belén, ¿qué sucede cuando salimos de nuestras fronteras? ¿Cómo se nombra esta figura en otros países con tradición belenista? ¿Cómo se percibe? ¿Se considera artista, artesano, productor o algo más?

Estas preguntas no son menores. Forman parte del motivo por el cual he decidido redactar este manual de belenismo no solo en español, sino también en catalán —mi lengua materna y cultural, como andorrano y escultor— y en los otros idiomas más representativos del belenismo internacional: francés, italiano, alemán e inglés.

No es casualidad: son los idiomas oficiales de la Federación Internacional de Amigos del Pesebre, Universalis Foederatio Presepistica [4]  una entidad que reúne a asociaciones y apasionados del belén de todos estos países. Y si queremos construir un lenguaje común, necesitamos primero entender cómo se habla de nosotros, los escultores de figuras de pesebre, en cada uno de estos contextos.

Universalis Foederatio Presepistica
Universalis Foederatio Presepistica [4]

Porque los nombres no son solo palabras: encierran visiones. En algunos lugares, la figura del creador de figuras del belén se reconoce como un artista. En otros, como un artesano tradicional. Y en algunos casos, se diluye bajo términos genéricos o administrativos que ocultan la complejidad y la riqueza de este oficio artístico.

Por eso, en las próximas reflexiones, propongo hacer un breve recorrido país por país. Analizaré cómo se llama y cómo se entiende al escultor de figuras de belén en cada uno de estos seis espacios culturales. Y lo haré con referencias claras y contrastadas. Porque nombrar bien es también empezar a reconocer con justicia.


España: entre el arte y la ambigüedad terminológica

En España, la forma más común de referirse a quienes crean figuras para el belén es “artesano belenista”. Este término se ha consolidado en ferias, asociaciones y publicaciones especializadas, pero presenta un problema de fondo: no distingue entre quien reproduce figuras ("Les exécutants") y quien las crea originalmente ("Les auteurs").


La Sculpture: Méthode et vocabulaire
Los autores los ejecutantes.

La expresión “escultor belenista” también se utiliza, pero con menor frecuencia. A menudo queda relegada a contextos más formales o artísticos, mientras que el uso popular tiende a englobar todas las actividades bajo la etiqueta de “artesanía”. Esto ha generado cierta confusión, donde incluso quienes modelan figuras originales, de autor, firmadas, siguen siendo denominados “artesanos”, como si no existiera diferencia entre reproducir algo ya creado anteriormente y la creación de una obra original.

Desde el punto de vista legal, la Ley de Propiedad Intelectual española (Real Decreto Legislativo 1/1996) [2] es clara: se considera autor a quien crea una obra original. En el caso de las figuras de belén, si una figura ha sido modelada con un mínimo de originalidad, se trata de una obra protegida, independientemente de su tamaño o función. La ley no exige tener un título oficial ni registrarse como artista o artesano. Basta con que exista una creación original y que esta adopte una forma concreta.

Esta contradicción entre lo legal y lo terminológico se ha convertido en un punto ciego dentro del belenismo español. El término “artesano belenista” puede invisibilizar la figura del escultor, y de paso, borrar la dimensión artística y autoral de las figuras originales. Esto no solo tiene implicaciones culturales y profesionales, sino también jurídicas.

Por eso es fundamental recuperar, usar y defender la expresión “escultor belenista” cuando hablamos de quienes modelan, diseñan y firman figuras originales, incluso cuando de esas obras se realicen reproducciones. No se trata de una cuestión de prestigio personal, sino de nombrar con precisión una función artística, con todo lo que ello implica.


¿Y qué dice la RAE sobre quienes hacen figuras?

En español existe una palabra que podría referirse a quien realiza figuras de pesebre: figurero. Pero la definición que ofrece el Diccionario de la Lengua Española es, como mínimo, muy vaga:

figurero, ra (sust. m. y f.)
Persona que hace o vende figuras de barro o yeso.
Fuente: Diccionario de la lengua española, RAE

El problema no es solo que no distinga entre quien crea y quien vende, sino que reduce el oficio a dos materiales y asocia la práctica automáticamente con el barro.

Pero ¿qué entiende la RAE por barro?

barro
1. m. Masa que resulta de la mezcla de tierra y agua.
2. m. Lodo que se forma en las calles cuando llueve.
3. m. Material arcilloso moldeable que se endurece por la cocción, utilizado en alfarería y cerámica.
4. m. Vasija u objeto decorativo hechos con barro (‖ material arcilloso).
5. m. Deshonra, degradación moral. Arrastrarse por el barro.
6. m. Cosa despreciable, nonada.
Fuente: Diccionario de la lengua española, RAE

El diccionario habla de material arcilloso pero lo vincula de forma directa a dos oficios concretos: la alfarería y la cerámica, es decir, a la fabricación de recipientes. Aquí se produce la confusión: se presupone que quien trabaja con barro hace objetos utilitarios o recipientes artísticos, como platos, vasijas o productos seriados, cuando en el caso de las figuras del pesebre estamos en un campo completamente distinto: el de la escultura y policromía.

Cuando un escultor desea modelar una figura en un material que pueda cocerse, no utiliza barro, sino arcilla o pasta cerámica preparada para su endurecimiento en horno. Tras su cocción, esta arcilla ya no es arcilla ni pasta cerámica: pasa a llamarse terracota.

En español, la palabra barro no solo designa un material en bruto. También carga con sentidos figurados que pueden resultar incómodos o incluso contradictorios cuando se aplican a una escena sagrada. Según la RAE:

5. m. Deshonra, degradación moral. Arrastrarse por el barro.
6. m. Cosa despreciable, nonada.

¿Es esto lo que queremos evocar cuando hablamos de unas figuras que representan a la Sagrada Familia?

No se trata solo de un tecnicismo, sino de una cuestión de respeto y de precisión. Llamarlas “figuras de barro” no solo es inexacto desde el punto de vista material —porque el barro crudo no se comercializa ni se conserva intacto— sino que puede sugerir, incluso involuntariamente, una cierta pobreza o indignidad.

Ahora bien, si esas figuras han sido modeladas con maestría, cocidas entre 900 °C y 1100 °C , y tal vez incluso policromadas con cuidado… ¿no se merecen un nombre más justo, más noble, más bello y más exacto?

¿Barro o terracota?

Solo una palabra nombra con dignidad ese material que ha dejado atrás su fragilidad para volverse duradero. Solo una palabra acierta tanto en lo técnico como en lo simbólico: terracota.

terracota
1. f. Arcilla modelada y endurecida al horno.
2. f. Escultura de pequeño tamaño hecha de arcilla endurecida.
Fuente: Diccionario de la lengua española, RAE

La terracota, y no el barro, es el material escultórico terminado. Es, por tanto, un error técnico —y una imprecisión cultural— seguir llamando “figuras de barro” a lo que en realidad son figuras de terracota

icon-llapis Pero fíjate en un detalle que no emplea la palabra "figurita" para referirse a la escultura de pequeño tamaño.

¿De verdad crees que las figuras del belén —el Niño Jesús, la Virgen María, San José…— merecen ser llamadas de barro… y no de terracota?


En resumen: la palabra existe “figurero, ra”, pero no reconoce ni nombra con justicia la labor del escultor belenista. Por eso, seguir aferrándose a términos como “figurero” o “artesano belenista” sin matiz ni contexto, no solo es impreciso: es injusto.

Si aspiramos a que el belenismo sea reconocido como tradición cultural y artística, entonces también debemos nombrar con precisión a quienes lo hacen posible. Aunque eso implique abandonar palabras heredadas que ya no bastan.

¿No crees que, si representamos el nacimiento de Aquel que vino a traer justicia, lo mínimo es nombrar con justicia a quien le da forma con sus manos?


Catalunya: el escultor de figures de pesebre y la tradición

En Cataluña, y por extensión en Andorra, el belenismo forma parte del patrimonio cultural vivo. Se le conoce como pessebista o directamente ‘escultor de figuras de pesebre’. El término más habitual para referirse a quienes crean figuras para el pesebre es ‘figurista’  [5] 

figurista
Persona que hace figuras de pesebre u otras.

pessebrista
La misma palabra se utiliza para nombrar a tres roles diferentes.

También se utiliza ‘artesà pessebrista’ en contextos más comerciales o divulgativos, pero dentro del ámbito especializado, la noción de autoría artística es reconocida y defendida por muchos creadores y asociaciones.

El movimiento belenista catalán, fuertemente articulado a través de la Federación Catalana de Pesebristas (fundada en 1978), [6]  ha defendido una visión artística del pesebre, donde la figura original es concebida como una obra de arte en sí misma, incluso cuando se realizan reproducciones. Los concursos, exposiciones y premios suelen valorar el modelo original, no solo el oficio en la reproducción.

Legalmente, Cataluña se acoge al marco español de la Ley de Propiedad Intelectual, que reconoce al autor como aquel que crea una obra original. Esta protección se extiende a las figuras de pesebre cuando cumplen con los requisitos de originalidad y concreción material. Además, desde el ámbito educativo y artístico, la figura del escultor belenista es reivindicada como creador, especialmente en escuelas de artes y oficios y círculos belenistas de ámbito local.

Esta sensibilidad catalana hacia la creación artística en el pesebre ha generado también un creciente interés por la documentación, el archivo y el estudio histórico de autores y talleres. Así, se ha podido empezar a trazar una genealogía de la escultura belenista catalana con nombres propios, estilos y escuelas. La palabra ‘autor’ no solo se utiliza, sino que forma parte del relato cultural e institucional del belenismo catalán.


Alemania: el Krippenfigurenmacher y el legado artesanal protegido

En Alemania, el término más utilizado para referirse a quienes elaboran figuras de pesebre es Krippenfigurenmacher  [7] , que literalmente significa “fabricante de figuras para el belén”. Este término se encuentra tanto en ámbitos tradicionales como en catálogos especializados, y define a quienes producen figuras en madera, cera, terracota o resina.

Alemania posee una rica tradición de escultores de figuras religiosas, especialmente en la región de Baviera y el Tirol, donde muchas familias transmiten este oficio de generación en generación. Uno de los nombres más emblemáticos es el de Sebastian Osterrieder (1864–1932) [8] , un escultor que revolucionó la representación del belén a través de modelos de gran calidad artística, introduciendo innovaciones técnicas y estilísticas que influyeron en toda Europa.

Belén de Sebastian Osterrieder en la iglesia parroquial de San Martín en Oberstadion (distrito de Alb-Donau)
Belén de Sebastian Osterrieder en la iglesia parroquial de San Martín en Oberstadion (distrito de Alb-Donau) | Sebastian Osterrieder (1864–1932)  [7]

En términos legales y profesionales, Alemania distingue claramente entre Handwerker (artesano) y Künstler (artista). El Krippenfigurenmacher puede pertenecer a cualquiera de las dos categorías, dependiendo del tipo de obra que realiza. Si el trabajo es repetitivo, basado en moldes industriales, se considera artesanía. Si el modelo es original, creado a mano, firmado y con intencionalidad estética, puede ser reconocido como obra artística, amparada por la legislación alemana de derechos de autor (Urheberrechtsgesetz) [9] .

Esta ley reconoce al creador de una obra original como su autor, con derechos morales y patrimoniales, incluso si la obra tiene un carácter religioso o funcional. El reconocimiento no depende del tamaño ni del material, sino del carácter creativo y original del modelo. Así, aunque el término Krippenfigurenmacher no distinga por sí mismo entre productor y autor, el marco legal alemán permite que un escultor que crea figuras originales para el belén sea plenamente considerado artista, si se cumplen los criterios de originalidad e intención estética [10] .


Francia: el santonnier y la dignidad de una tradición reconocida

En Francia, el escultor de figuras para el belén recibe un nombre muy específico y cargado de historia: santonnier [11] . El término proviene del provenzal santoun —“pequeño santo”— y se refiere a quienes elaboran a mano las figuras del belén en la región de Provenza, especialmente en Marsella, Aubagne o Arlés. Esta denominación no es solo un término local: es también una identidad profesional y cultural reconocida.

El santonnier es considerado un artesano, sí, pero dentro de una tradición que Francia ha sabido valorar y proteger. Las ferias de santons, como la célebre de Marsella, no solo venden figuras: celebran una forma de expresión popular que combina devoción, vida cotidiana y arte narrativo. Muchas familias guardan y transmiten figuras firmadas por autores reconocidos, y algunos santonniers han alcanzado una notoriedad equiparable a la de un artista plástico.

Molde de Jean-Louis Lagnel (1764-1822), primer santonnier de Marsella. Museo Marcel Carbonel (colección privada Marcel Carbonel)
Molde de Jean-Louis Lagnel (1764–1822) [12], primer santonnier de Marsella. Museo Marcel Carbonel (colección privada Marcel Carbonel) | Philippe Renoux-Carbonel

Un ejemplo notable es Marcel Carbonel [13], reconocido como uno de los más influyentes santonniers del siglo XX. En 1961, la disciplina santonnière fue oficialmente integrada en el concurso del Meilleur Ouvrier de France (MOF) [14], y Marcel Carbonel fue el primero en obtener esa distinción en su categoría. En 2003, fue nombrado Chevalier de la Légion d'honneur, un reconocimiento del Estado francés por su contribución al patrimonio cultural y artístico del país.

La legislación francesa, además, ofrece un marco claro. En lo que respecta a la autoría, se reconoce como “autor” al creador del modelo original, incluso si luego la figura es reproducida en serie. Esta distinción se alinea con el principio recogido en el libro La Sculpture: Méthode et vocabulaire, donde se establece que el escultor que concibe y modela un original es el titular de los derechos de autor, independientemente de que delegue su reproducción.

Así, el caso francés muestra que es posible mantener la denominación “artesano” sin menoscabar el valor artístico del creador. La clave está en el reconocimiento cultural y jurídico de la autoría. Un santonnier puede ser un artista a los ojos de su comunidad, del coleccionista y de la ley, porque el término “santonnier” lleva consigo una tradición respetada, y porque el país ha cultivado una sensibilidad patrimonial hacia estas prácticas.

El contraste con el uso genérico de “artesano belenista” en otros contextos es significativo. En Francia, el nombre santonnier honra tanto el oficio como la creación.

¿Qué revelan los diccionarios franceses?

En Francia, el término «santonnier» está bien establecido. Según el diccionario Le Robert, se define como:

santonnier, santonnière (nom)
Artisan qui fabrique des santons.

Fuente: Le Robert

Los sinónimos propuestos son figurine, sculpture, statuette, lo cual indica que, aunque se trata de un objeto religioso y popular, también es una forma de escultura.

Entonces, ¿por qué el santonnier no es también reconocido como artista? ¿Dónde se traza la línea?

La respuesta parece estar menos en la naturaleza de la obra que en los prejuicios lingüísticos y sociales. La palabra “artesano” suena humilde y respetable, pero a menudo implica una visión reproductiva más que creativa. La palabra “artista”, en cambio, evoca una dimensión autoral, intelectual, compositiva.

La confusión es antigua, pero no inocente: si definimos al santonnier solo como artesano, aunque modele sus propios originales, estamos negando su condición de autor.

Francia ofrece, sin embargo, un modelo interesante: a pesar del uso del término “artesano”, el reconocimiento legal y cultural a figuras como Marcel Carbonel demuestra que la autoría puede y debe coexistir con la tradición. Nombrar con justicia —aún usando términos tradicionales— es posible, si se acompaña del respeto por el valor artístico de la creación original.


Italia: el maestro figuraio entre la tradición y el arte

En Italia, especialmente en regiones como Nápoles y Toscana, los creadores de figuras para el belén se conocen como artigiani del presepe o figuraio [15] , según las tradiciones locales. Estos términos reflejan tanto la destreza manual como la carga simbólica y artística que estas figuras han adquirido en la cultura popular italiana.

En Toscana, el término figuraio se consolidó en los siglos XIX y XX para designar a quienes elaboraban figuras de terracota, muchas veces en contextos religiosos o populares. En Nápoles, el término más común en ferias y asociaciones es artigiano del presepe, sin que se establezca siempre una diferenciación clara entre quien crea los modelos originales y quien los reproduce.

Belén real ca. 1790-1850, Palacio Real de Caserta.
Belén real ca. 1790-1850, Palacio Real de Caserta. | Sailko  [16]

Aunque en el lenguaje cotidiano prevalece el uso del término "artesano", Italia reconoce jurídicamente el valor artístico de las figuras originales a través de su Codice dei beni culturali e del paesaggio [17] . Esta normativa permite proteger incluso obras contemporáneas si presentan un valor cultural o identitario significativo.

Como sucede en Francia, el respeto por la tradición y la calidad artística de las figuras ha generado una percepción social positiva del oficio, aunque los términos sigan siendo genéricos. La clave está en la conexión emocional, patrimonial y espiritual que las figuras mantienen con la identidad navideña italiana.


Estados Unidos: tradición adoptada y mirada institucional

En Estados Unidos no existe una tradición autóctona consolidada de creación de figuras de belén como oficio artístico o artesanal diferenciado, como ocurre en Europa. Sin embargo, el país ha adoptado e integrado múltiples expresiones del belenismo, especialmente a través de colecciones, museos y reproducciones institucionales.

El caso más emblemático es el Neapolitan Baroque Crèche del Metropolitan Museum of Art en Nueva York. Esta escena, compuesta por figuras del siglo XVIII, es exhibida cada Navidad junto a un gran abeto decorado con ángeles barrocos. Procedente de la colección de Eugenio Catello, fue donada por Loretta Hines Howard en 1964 y representa una adaptación museística del belén napolitano [18] .

También el Carnegie Museum of Art en Pittsburgh presenta cada año un presepio napolitano de más de 100 figuras humanas y angelicales, elaboradas entre 1700 y 1830 [19] .

Además, la organización Friends of the Crèche  [20] , con sede en EE. UU. y Canadá, promueve la valoración de los nacimientos a través de encuentros internacionales, publicaciones y una red de coleccionistas.

En su propia definición, se presentan como “a society of collectors and enthusiasts dedicated to the artistry, display, and traditions of the Christmas Nativity”

No hablan de artesanía. Hablan de arte, habilidad artística. Lo cual no es un detalle menor, sino un reflejo claro de cómo se percibe, en algunos contextos, la creación de figuras para el belén: como un acto artístico en toda regla.

Presepio napolitano en el Museo de Arte Carnegie de Pittsburgh
Presepio napolitano en el Museo de Arte Carnegie de Pittsburgh | Pschemp  [21]

Aunque el término “sculptor” (escultor) no se asocia específicamente al creador de figuras de belén en el contexto estadounidense, sí se reconoce la dimensión artística de las obras originales europeas. Estados Unidos protege la autoría artística bajo su legislación federal de copyright, pero la creación de figuras originales de belén no constituye una categoría profesional propia dentro del país.


País Término Usado ¿Artista o Artesano? Protección legal como autor
España Artesano belenista / Escultor belenista Ambigüedad terminológica ✔ Ley de Propiedad Intelectual
Andorra / (Cataluña) Figurista / Escultor pessebrista Reconocido como artista en entornos especializados ✔ Ley española + Reconocimiento cultural
Francia Santonnier Artesano con prestigio artístico ✔ Distinción clara entre autor y ejecutante
Italia Pasturaio / Figuraio Artesano con reconocimiento artístico ✔ Código de bienes culturales
Alemania Krippenfigurenmacher Depende del tipo de obra ✔ Derechos de autor si hay originalidad
EE. UU. Sculptor / Nativity artist Ambigüedad pragmática ✔ U.S. Copyright Act

icon-llapisNota: Todos los países aquí analizados son firmantes del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas (1886), lo que garantiza la protección internacional de los derechos de autor sobre obras originales, incluidas esculturas como las figuras de belén.


Conclusiones provisionales: un escultor entre dos mundos

Después de este recorrido internacional, resulta evidente que la figura del escultor de belén ocupa una posición ambigua en muchos contextos. Aunque en todos los países analizados existe una protección legal para quien crea una obra original, los términos usados y el reconocimiento cultural varían notablemente.

En algunos lugares, el escultor belenista es reconocido como artista, en otros se le encasilla como artesano, y en muchos casos, ambos roles se entremezclan sin una distinción clara. Esta confusión no es inocente: tiene consecuencias prácticas, jurídicas y simbólicas. Afecta al reconocimiento de la autoría, a la posibilidad de protección de las obras, a su valoración en el mercado y a la forma en que el propio escultor se percibe a sí mismo.

Por eso es tan importante establecer —con claridad y con fundamento— una distinción entre dos planos inseparables pero diferentes: el del artista escultor, y el de la producción de figuras. No se trata de una cuestión de prestigio personal, sino de nombrar con precisión una función artística, con todo lo que eso implica.

Antes de seguir, conviene recordar un principio esencial que los verdaderos expertos en escultura tienen claro desde hace décadas: saber distinguir entre el autor y el ejecutante.
Ya vimos este ejemplo en el contexto español; ahora lo recuperamos porque es una regla fundamental que se aplica en cualquier país y en cualquier análisis serio de escultura y, en consecuencia, en el primer y verdadero eslabón del belenismo.
Aquí tienes, de nuevo, el índice del libro La Sculpture. Los expertos lo saben. ¿Y tú?

La Sculpture: Méthode et vocabulaire
La Sculpture: Méthode et vocabulaire

Por si todavía quedaba alguna duda, a continuación te explico por qué esta distinción es esencial.


Escultura ≠ artesanía de producción

Esta distinción es esencial para entender la figura de belén como obra artística.

Aquí se suma otro malentendido: la idea de que como las figuras son pequeñas, reproducidas en serie o asociadas al entorno del pesebre, no son “arte”.

¡Error!

Toda figura nace de un original modelado o tallado a mano, que exige formación, estilo y decisión artística. Y toda figura que supere un mínimo de originalidad está protegida por la ley, sin importar si mide 5 cm o 7 metros. La ley no exige tener un título académico ni estar inscrito como artesano: basta con crear algo original para que exista autoría.

Gemma Augustea
La Gemma Augustea (ca. 10–20 d.C.) esculpida en ónice bicapa, muestra figuras de apenas 7 cm de altura en su registro inferior. Esta obra maestra romana, atribuida a Dioscórides o a su escuela, demuestra que el arte monumental no depende del tamaño, sino de la intención, la técnica y la narrativa simbólica. [22]

Llamar “artesano belenista” al escultor que crea una figura original es como llamar “artesano impresor” a Goya, Rembrandt o Picasso por haber hecho grabados. No es solo una confusión: es una pérdida de perspectiva sobre lo que significa crear.

Huida a Egipto es un aguafuerte realizado en 1771-1774.
Huida a Egipto es un aguafuerte realizado en 1771-1774.  | Francisco de Goya [23]

Un ejemplo evidente de edición limitada:

La escultura "Jaume Plensa 61" es una edición limitada de 2.998 ejemplares —una cifra difícil de alcanzar por no decir imposible, incluso para la mayoría de escultores belenistas—, cada uno numerado y firmado por el artista. Incluye una escultura-estuche de poliuretano rígido moldeado, que representa el rostro de una niña con los ojos cerrados, una imagen icónica en el universo artístico de Plensa. Aunque el artista no interviene directamente en la producción de cada ejemplar, la obra es reconocida como arte y no como artesanía o producción industrial.

Este caso demuestra que la producción en serie y el material empleado no despojan a una obra de su carácter artístico. La clave reside en la autoría, el diseño original y la intención artística detrás de la creación.

En el ámbito del belenismo, las figuras de pesebre, aunque producidas en serie, son fruto de un proceso creativo y artístico. Reducirlas a simples productos artesanales —he llegado a oír que algunos las llaman cacharrería— o industriales es ignorar el valor y la intención del escultor que las concibió.

Por tanto, es fundamental reconocer y valorar la autoría y el carácter artístico de las figuras de pesebre, independientemente de su método de producción.


Perdona que insista, pero es básico tener claro este concepto para que el belenismo no acabe siendo un adorno más de la Navidad.


Analogías con otras disciplinas artísticas

Escritor
Escultor
Cantautor
Escribe el manuscrito original
Modela la escultura original
Compone la canción original
Envía a una editorial o imprenta para producir copias, o se autoedita (por ejemplo, en Amazon)
Encarga la reproducción de su escultura (moldes, copias), o realiza él mismo los moldes y las reproducciones
Graba el disco en un estudio, o se graba él mismo en su estudio y vende su música por internet
Produce libros impresos
Produce copias de la escultura
Produce copias del disco
Sigue siendo autor y creador
Sigue siendo autor y creador
Sigue siendo autor y creador
Se reconoce como escritor, no como artesano de libros
✔ 
Se sigue llamando artesano belenista al escultorbr
Se reconoce como cantautor, no como artesano de CDs
✔ 

¿Porqué?



pen Nota del autor: una reflexión personal

Confieso que yo mismo, durante años, no había reflexionado a fondo sobre este asunto.
Nadie me lo planteó, ni en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona ni en el ejercicio del oficio. Como muchos, seguía la corriente, aceptando sin más la división entre “escultores” y “artesanos belenistas”.

Eso sí, había algo en mí que ya marcaba una diferencia: reconocía que algunos hacíamos escultura original de piezas únicas.
Pero no fue hasta que analicé este tema con calma —con perspectiva, apoyo legal y mirando ejemplos fuera del belenismo— que comprendí mi error.

De hecho, fue a raíz de una conversación entre compañeros de oficio con Montserrat Ribes cuando empecé a cuestionármelo de verdad.
Ella me preguntó, con toda naturalidad: “¿Al final yo qué soy?”
yo le respondí: ¡Escultora!, que sabe exponer su obra.

Esa simple pregunta me descolocó. Me hizo pensar, mucho. Desde entonces, he reflexionado con más profundidad y he llegado a una conclusión firme: “artesano belenista” no es suficiente. Escultor belenista es, sin duda, la denominación justa.

Hoy tengo claro que todos los que creamos figuras originales somos artistas escultores.
La cuestión de la serie, el molde o la reproducción es un asunto de producción, no de autoría.
Y cambiar esta mirada es fundamental para dignificar nuestro arte del belenismo.


🕊
Si en algún momento mis palabras han podido molestar o parecer duras, quiero dejar claro que no es mi intención herir a nadie.
Mi única intención es aclarar conceptos, evitar malentendidos y reivindicar, con respeto, la figura del escultor dentro del belenismo.
Durante mucho tiempo, yo mismo estuve del otro lado, sin cuestionarlo.
Por eso no juzgo. Solo comparto una reflexión honesta y comprometida.
Porque cuando uno se da cuenta de que algo importante está mal entendido, el silencio deja de ser una opción.


Otras intervenciones artísticas: pintura e indumentaria

Aunque el escultor es el creador original de la figura de pesebre, en muchos casos su obra se completa gracias a la intervención de otros artistas o ejecutantes, o bien es el propio escultor quien asume distintas fases del proceso, cambiando de rol técnico pero no de autoría intelectual.

En la práctica, el panorama actual del belenismo se divide aproximadamente en tres situaciones:

Las figuras suelen estar pintadas o vestidas, no se entregan simplemente modeladas.

1. La policromía

El pintado puede realizarlo:

2. La indumentaria

Como has podido apreciar, una figura de pesebre puede pasar por varias etapas creativas y distintos roles técnicos. ¿No sería más lógico hablar de un taller de escultura de pesebres o de belenismo artístico, en lugar de reducirlo simplemente al término "artesano belenista"?

ico-nuvol¿O crees que "artesano belenista" refleja fielmente la realidad?


pen ¿Nombrar bien es un capricho?

Es reconocer el origen y el valor real de cada creación.
A eso se le llama respeto. Y también empatía.

  • Respeto, porque implica valorar la creación de la obra original sin reducirla a ejecución manual.
  • Empatía, porque parte de la pregunta: ¿cómo me sentiría yo si no reconocieran mi trabajo intelectual?

pen Cada proceso tiene su función; pero solo uno concibe la obra. Ese es el escultor.


¿Tradición o confusión? Momento de cambiar

¿Seguimos llamando “artesano” al escultor belenista por inercia?

nuvol ¿O quizá se esconde algún interés oculto?

A lo largo de la historia, muchas tradiciones han perdurado sin ser cuestionadas, incluso cuando las circunstancias han cambiado por completo. Algunas se mantuvieron siglos antes de que alguien se atreviera a decir: “Esto, tal vez, ya no tiene sentido”.

No se trata de comparar directamente —porque cada caso es único—, pero sí de invitar a pensar: ¿qué ocurre cuando una tradición deja de reflejar la realidad que nombra? ¿No es entonces momento de ponerle palabras nuevas a lo que ya ha cambiado?

¿Existe algún impedimento real para empezar a llamar “escultores belenistas” a quienes crean las figuras originales para el pesebre? Seguramente no... ¡o eso debería ser! Entonces, ¿por qué seguimos utilizando el término “artesano belenista”, incluso cuando hablamos de creadores de piezas originales únicas?

De hecho, si consultamos los diccionarios oficiales de distintas lenguas, veremos que la palabra "artesano" se define, de manera bastante unánime, como alguien que realiza trabajos manuales, reproducidos mediante técnicas tradicionales, sin innovación conceptual.

Como vemos, la noción de "artesano" se asocia a la ejecución manual de objetos, no a la creación artística original.

Llamar “artesano” a un escultor belenista que crea, modela y firma figuras propias no es, pues, una cuestión de respeto o cariño a la tradición, sino una confusión conceptual que oculta el verdadero valor artístico del belén.

De aquí puede surgir una conclusión inevitable: si seguimos llamando "artesano belenista" a quien crea figuras de pesebre, estamos afirmando, aunque sea de forma inconsciente, que tanto los creadores de las figuras como los creadores de los escenarios realizan simplemente una decoración o un adorno navideño, y nada más.

¡Seamos francos! Todos sabemos que eso no es lo que queremos para el belenismo. ¿O sí?


¿Patrimonio cultural… pero sin escultores?

¿Y entonces, cómo se explica el empeño de las federaciones junto con la mayoría de las asociaciones belenistas por lograr que el belenismo sea reconocido como patrimonio cultural. [24] [25], incluso por organismos internacionales como la UNESCO? [26]

¿No resulta contradictorio que, mientras se pide ese reconocimiento, se invisibilice precisamente a quienes hacen posible el belén tal como lo entendemos: con figuras creadas por escultores?

Porque sin figuras no hay belén. Hay paisaje, hay escenografía… pero no hay relato.

Y quienes crean esas figuras, quienes las conciben gracias a su bagaje artístico y las firman como autoría, son escultores.

Porque sin escultores, no hay belén.

¿Te gusta que te llamen por tu nombre?
—Sí, por supuesto—

Entonces, ¿por qué no nombrar también con justicia a quienes crean las figuras de pesebre?





Referencias: